20 ene 2009

Polvo de estrella


Cuando el viento había llegado

Una cara de la luna saludo al Sol

Que se escondía detrás de las montañas

Las aguas turbias se internaron en tranquilidad

Mientras que un Sauce se puso a llorar

La Tierra una vez más se apeno.


Desahógate cristiano, mi temeroso amigo

No has perdido la vida sino que

¡Perdiste tu gran amor!

Y no sientas tristeza por aquel

Que tanto te satisfacía de placer

Algún día volverá y te esperara

En brazos abiertos, Ella estará.


Burdos cuentos de cobardía has presenciado

Que relatan sobre tragedias melodramáticas

Y no creas en todo lo que puedas leer, pues

Crea tus propias páginas de memorias

Que serán aquellas las que te llevaran

Más allá de toda ficción existente.


Tres acordes de sulfuro se escuchaban

Por unas manos sin dirección

El movimiento, lo dictaba la brisa

Así el guitarrista empezó.

Era una noche completa de desazón

Y sin encontrar un consuelo prosigo

Su rasgido pensando sin futuro

Más allá de todo ese dolor.


Y si todo debería tener él porque

Nada de lo que hubiese dicho existiría

Porque amo con todo mi odio

Y puedo llegar a odiar todo por amor.

¡Alza tu mano junto a la mía

Mi gran amigo, mi hermano

Porque ganamos una vez más

Siente libertad en ti

Pagamos penas por palabras!

Y el mundo nos tendrá en cuenta

Al debernos las respuestas.

Mí apreciada amistad...

Moriste muy lejos de mis brazos

Y nunca fui capaz de conocerte.

Tú me recuerdas mucho a mí,

Serán tus cabellos claros oscuros

O tus ojos resignados y agachos

Tal vez, la soledad con la que te caracterizabas

Quizás por el reflejo de la luna

O también tus suaves manos.

Eres lo más hermoso que jamás eh visto

Y aunque solo te recuerdo en mi memoria

Ya nos llegara el momento donde los dos

Andaremos solos por los bosques de nieve

En una fría, seca y húmeda noche de invierno

Como unos grandes e inseparables amigos

Sin decir nada y disfrutar la compañía

Recorreremos juntos todo el universo

Constelación por constelación

Y caminaremos hasta tu estrella

Para sentarnos y nunca más decir adiós

Y yo te amo y nunca dejare de hacerlo.



Mariano Salaverry.-